jueves, 27 de junio de 2013

A MI MADRE BAJO SU VIEJO NARANJO



Madre, es tan grande mi pena por verte envejecer,
caer hacia la luz difícil que en los años derramas.

Cada día te veo, asomar bajo la sombra del naranjo
que pronto retornará a la flor y los azahares
de otras primaveras.

Cada día te veo esconder tu frágil arquitectura
al abrigo de una sonrisa lamida por el tiempo y los aguaceros.


Cada día te veo, esconder la lágrima débil
en el surco de aquel día, que más alejado que este,
te marcó de ausencias.

Cada día te veo encogerte bajo el dedo invierno
que retomará su camino
por las sutiles labios de la tierra.

-Madre, es tan grande mi pena por verte envejecer-


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