martes, 26 de noviembre de 2013

Los días marcados












Ya acontecieron las estaciones, el sonido de la lluvia.
Ahora toca recoger, del suspiro, los restos del naufragio;
los cimientos que dejaron tanto error sobre el tiempo,
marcando, para siempre, la voz de las edades.
La quise sin saber, sin una razón aparente,
como se quiere al verso que ocupa
el abatido corazón de la noche.
Como se quiere la luz que genera
la antigua iluminación del silencio,
el marcado corazón de quien, una vez,
amó para toda la vida.
Todo pasa. Nada prevalece,
todo se desploma y cae
por la imposible levedad del verbo amar.
Ella se fue, como se va todo lo vivido,
igual que pasan y huyen las páginas del calendario,
o las hojas amarillas que tercas, se despeñan del otoño.
Todo pasa, lo dejo por escrito.
Ya vendrán otros días, otras posibilidades,
y abrirán las ventanas del mismo modo,
y navegarán mis versos en sus barcos de espuma
y tal vez se vayan,
o se queden desoyendo la voz de los almendros.
Ya vendrán más besos, parecidos a tantos,
iluminando mi sonrisa, amando nuevamente,
para caer derrotados, en los brazos que un día,
habrá de llevarse... el tiempo.

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