lunes, 13 de enero de 2014

DESPUÉS DE LA BATALLA




Necesito escribir sobre lo que allí aconteció:
Allí amanecieron los pájaros de la ira.
Allí la muerte entonó el canto de la guadaña.
Allí el presbítero cubierto de putrefacción,
murmuraba entre líneas:
“Ad occasum tendemus omnus”(Todos tenemos nuestro ocaso)
mientras liberaba, a los cadáveres, de lo material y la materia.
Allí la madre con los brazos en alto y la voz en trueno,
acusaba a Caín de la muerte del iracundo.
Allí el huérfano que buscaba entre su hambre la paz de los caídos.

Necesito escribir sobre lo que allí ocurrió:
Cuando el crepúsculo pintaba de ocre el color de la primavera.
Cuando el humo terrible de la batalla emergía del barro.
como una lluvia de fuego invulnerable.
Cuando escribir sobre las guerras era el pan de cada día.
Cuando se escribía en el mármol: honor para los vencedores.
Cuando la muerte levantaba la cosecha.
Cuando el presbítero afinaba sus palabras y su bolsillo.
Cuando la madre lloraba y maldecía la mano masculina.
Cuando el niño huérfano construía la paz en su hambre.
Cuando necesité escribir sobre lo que ahora maldigo.

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